A veces pienso que la lluvia es como lagrimas que caen del cielo. Eso debe ser porque quizas, muchas veces mi alma se siente triste y llora por dentro.Pero ¿Cómo consolar la pena del alma?
Siempre escuché que llorar es la mejor terapia para la tristeza, la pena, la pérdida, el desconsuelo, el desamor y otros sentimientos que nos parten el corazón.
Entonces, el primer paso para consolar el alma sería, preguntarle por qué está triste. Es como hacer un pequeño balance mental y volver a caminar por los pasos que ya se dieron. ¿En qué momento me puse triste?, ¿qué pasó?, ¿por qué pasó? y contestar una a una cada pregunta, sinceramente y con objetividad.
Hoy me siento triste, siento que mi alma llora, ¿por qué?
Hoy me levanté como de costumbre, sin novedades, sin contratiempos ni nada por el estilo. Ayer fui a dormir sin problemas ni argumentos que pudieran entorpecer mi sueño. Sigo retrocediendo en el tiempo... por la tarde todo estuvo de maravillas, disfruté de un momento familiar agradable. Por la mañana, me levanté sin novedades...
Sigo retrocediendo...
Estoy recordando mi vida familiar, antes de salir de mi país de orígen. Estamos todos reunidos, primos, tíos, abuelos, sobrinos, amigos; todos estamos allí, en el patio de la casa, riendo, escuchando música, bailando, haciendo bromas, a lo lejos se siente el olor a la comida de la abuelita y por ratos escucho la risa del abuelo. ¡Qué nostalgia!
¡Ahora entiendo!
Es fin de semana, estoy en casa, es un día muy frío, todo es silencio, es un día como cualquier otro y mi alma extraña esos fines de semana bullosos, alegres, en familia y camaradería. Eso es lo que mi alma ansía. El gusto de la comida de mi tierra, la sazón, el plato especial del domingo en la casa de la abuela; eso, eso es por lo que mi alma llora.
Ahora que ya sé por qué llora mi alma, paso a consolarla.
Primero pongo música, muy alegre, para disipar el silencio del lugar en donde me encuentro. Preparo el potaje más simple de mi tierra, a la vez que recuerdo el rostro de mi abuelita. Tomo el teléfono y llamo a la familia que está lejos y que tanto extraño. Converso lo más que puedo y pregunto por todos. Todos están bien, qué alegría. Los chicos están grandes y los grandes con más experiencia. Al final y después de muchos chismes y risas, hablo con mi abuela. Ella está sordita, no escucha ni una palabra que le digo, pero su voz resquebrajada por el tiempo, me dice que le alegra que esté bien, me da consejos y me hace prometerle que me voy a portar bien. Luego se despide con un "Te quiero mucho" y me pide que la vuelva a llamar pronto.
Al terminar mi llamada, voy hacia mi selección de videos. Tomo el video familiar y el eco que tenía en mi mente, se hace voz, escuchando las risas, mirando las caras de alegría y disfrutando de la familia a larga distancia.
Al terminar me miro al espejo y le pregunto a mi alma: "¿te sientes mejor?" y ella me contesta: "Sí, muchas gracias". Y la tristeza, fue rumbo a un rincón.
Cuando sientas que tu alma llora, escúchala y ayúdala. Haciéndole preguntas simples llegarás al punto de la congoja. Camina poco a poco sobre aquello que ha desatado tu pena y trata de curarla con los medios que tengas al alcance.
En estos tiempos modernos, la tecnología juega un papel muy importante en la sociedad. Las comunicaciones son más rápidas y fluídas, podemos llegar rápidamente a cualquier destino, se puede disfrutar del arte en todo momento y podemos encontrar respuestas más rápidas que hace un tiempo atrás. Hagamos uso de esta tecnología para ayudarnos.
Siempre, al final del tunel, hay una luz que brilla para nosotros.


