Ayer pasé por la calle en donde viví de niña, recordé los buenos y los malos momentos y todas aquellas cosas que ocurrieron en esa calle.De pronto cerré mis ojos y vi en lo más profundo de mi ser. De repente, apareció un niño. Estaba sentadito en una esquina, con las manitos se tapaba la carita sucia, su ropa estaba muy vieja y media rota, sus zapatos, muy sucios y casi abiertos de rotos.
Le tendí mi mano, pero no la quiso tomar. Tenía miedo, hambre, sed y mucha pena en sus ojitos.
- ¿Pero qué te pasa?, le pregunté.
- Estoy perdido, no sé que será de mí, me contestó.
Y prosiguió:
"Estuve caminando por la calle, me entretuve con algunos niños, y cuando quise regresar, me encontré perdido. Los otros niños, de un momento a otro, cambiaron. Se volvieron malos y se burlaban de mí. Me golpearon, me empujaron, pisaron mis manos, me rompieron la ropa, jalaron mis cabellos, me escupieron en la cara, me llenaron de bofetadas, me patearon y me insultaron. Yo no sé por qué. Yo soy bueno, fui leal y honesto al jugar con ellos, traté de complacerlos en todo para que estuvieran felices conmigo y me quisieran tener siempre como su amigo, hice todo lo que me dijeron, traté de no fallarles y mira lo que recibí a cambio..."
Sus ojitos se llenaron de lágrimas y volvió a cubrirse el rostro con sus manitos. Mi corazón se llenaba de dolor. Yo me encontraba allí, pero no podía hacer nada.
De repente, el niño se levantó, se limpió las lágrimas, me tomó de la mano y me dijo: "vamos".
Me llevó por una calle que se abría en dos senderos diferentes. Me dijo: "elige uno". Yo no sabía cuál elegir, me sentía muy abrumada y casi desanimada.
Luego me miró y me dijo:
- Es difícil, ¿verdad?
- Sí, le contesté.
Entonces, me dijo: hoy podemos tomar el camino de la derecha, en ese camino podríamos encontrar piedras, curvas, oscuridad, pena, injusticia, soledad, amargura y muchas cosas más que te harían sentir miedo y desolación. Pero no lo sabremos si no vamos por él. Lo que haya, ya está. Los pasos que demos en él, serán. Pero lo importante es saber regresar y volver a empezar con el otro camino..."
En ese momento, abrí mis ojos. Seguía en la calle de mi infancia. Miré a mi alrededor y suspiré profundamente. Miré mi vida y me di cuenta que recorrí muchos caminos, algunos muy difíciles, otros fueron todo un reto, otros pasaron desapercibidos y otros me llenaron de gozo. Muchas veces me perdí y no encontré la salida ni el punto de retorno, y cuando ya casi me faltaban las fuerzas, corregí el camino y logré salir con éxito.
Muy en el fondo, todos tenemos ese niño, el que está allí sentado en un rincón de nuestros corazones, todo descuidado y desvalido. Pero sólo un acto de fe, lo levanta; y de ser desvalido e indefenso, pasa a ser nuestro guía y nuestra fuerza.
¿Ya encontraste y escuchaste a tu niño hoy?
